FolkWorld #53 03/2014
© Sonia MARTÍNEZ-MÜLLER

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La Bojiganga: Grupo de Música Tradicional Ibérica

La Bojiganga es un grupo de reinterpretación de la música tradicional española que, desde el 2011 ha recorrido con sus conciertos diversas localidades del centro peninsular. La zona donde residen y trabajan abarca desde Madrid capital y alrededores, hasta las localidades donde ensayan y se inspiran en la Sierra Norte: La Cabrera y Oteruelo del Valle del rio Lozoya.

Su repertorio abarca un amplio abanico rítmico: temas salmantinos para gaita charra y tamboril, charros, brincaos, polcas, pasodobles, jotas, temas para pandero cuadrado, zamoranos, muiñeiras gallegas, temas leoneses, asturianos, sefarditas, portugueses, de la provincia de Madrid, cantigas medievales, ….

El Viaje Entretenido

La Bojiganga

Artist Video www.labojiganga.com

En el año 2013, La Bojiganga emprendió la grabación de su primer CD bautizado “El Viaje Entretenido”. Tal título hace alusión a la obra literaria del mismo nombre escrita en el siglo XVII por Agustín de Rojas Villandrando, hombre polifacético del que se conocen ocupaciones tales como: ladrón, soldado, amante, tendero, escribano, músico ambulante y pícaro vividor. A pesar de su buen oficio y brillante ingenio como dramaturgo durante el Siglo de Oro español, su obra literaria gozó de escasa popularidad incluso hasta nuestros días. En su ‘Viaje Entretenido’, Don Agustín desarrolla una fascinante narración que transita entre la novela picaresca y el relato fantástico. El pasaje de su obra más celebrado es aquel en el que describe las diferentes clases de compañías ambulantes de cómicos de la legua de su época, y entre las cuales figura la denominada ‘bojiganga’.

El CD con ‘El Viaje Entretenido’ de La Bojiganga se publicará en 2014 Dios mediante.

¿Realismo Mágico o Delirios Transtemporales?

La propuesta que La Bojiganga desarrolla intenta, más allá de su fachada meramente musical, el alcanzar en cada concierto una atmósfera catártica y de complicidad con el público. ¿Con que objetivo? Como ya proclamaba hace casi un siglo el ilustre etnomusicólogo Wolfgang-Ludwig Reichendorf en su opúsculo Volk und Lieder niemals ohne Heimatland : “…La investigación sobre el folklore y la interpretación del mismo deben aspirar, por encima de todo y de todos, a embriagarnos colectivamente en el conocimiento y disfrute de la música tradicional y las costumbres heredadas de las generaciones que nos preceden, enraizadas en la memoria ancestral del pueblo, y contextualizadas en la historia de la patria…”. Bien es cierto que La Bojiganga renuncia a completar tan lúcida sentencia con la deleznable frase final del erudito renano: “… No obstante, tal aspiración jamás debe eludir el deber de extirpar del folklore cualquier rastro impropio, cualquier mácula de contaminación cultural o racial.… ”. Contrariamente a la miserable tesis de Reichendorf, la patria de La Bojiganga es Toda la Humanidad, la tribu a la que pertenecen es la Raza Humana, y la cultura y las tradiciones cuya pureza quieren preservar son incuestionablemente mestizas.

En algunas de sus ceremonias, La Bojiganga recurre al disfraz, a la sugestión de la máscara, incluso a la libación etílica en comunión ascética con el público, para así trascender al estado de memoria grupal alterada que en ocasiones ellos han definido como “transtemporal”. Esto es, ubicado en una región concreta del espacio, dentro de la cual podemos imaginar la coincidencia de periodos históricos asíncronos, aunque con fugaces episodios en cierta medida especulares. Tomemos como ejemplo la portada de su CD “El Viaje Entretenido”. Su imagen retrata una síntesis teatralizada con una improbable conjunción de personajes históricos (de izquierda a derecha):

La Bojiganga: El Viaje Entretenido

Tinieblas, Destellos y Mixtificaciones

Lo que La Bojiganga nos plantea como estimulante y revelador es el acto creativo de sumergir la mano en el inabarcable y proceloso caudal de la historia para extraer de allí objetos dispares, y con ellos desentrañar una fábula, quizá a priori inverosímil aunque no por ello del todo imposible. El método a aplicar es simple: rastrear el punto de origen aguas arriba de cada uno de estos objetos, e ir deduciendo alguna causa probable de su caída y recorrido en el torrente hidráulico-temporal.

Un ejemplo: Pensad en dos cosas a priori tan inconexas como un instrumento musical y un arma de fuego, e imaginad que adecuadamente dispuestas compongan la bandera de un grupo rebelde galleguista germinal, olvidado antecesor del Exército Guerrilheiro do Povo Galego Ceibe (EGPGC), con ciertos vínculos ideológicos desde su origen con activistas latinoamericanos como Tejero Cuenca, y estimulado por la Revolución de los Claveles en la madre patria Portugal. Suponed entonces que ese movimiento fuera erradicado al completo y sin dejar rastro por la Dirección General de Seguridad en la España de 1974, y que esta imagen es una foto que forma parte de un expediente secreto que se halla en un archivador abandonado en una nave agrícola en desuso. ¿En dónde se encontraría esa nave? Aceptemos que en un recóndito paraje al oeste de Valle de Abdalajís. Tal expediente es encontrado por una familia que se refugia en dicha nave, para guarecerse de una fuerte tormenta que les sorprende regresando de unas jornadas de pesca. El cabeza de familia es además periodista de La Opinión de Málaga y decide investigar en el oscuro pasado de esta historia de cuarenta años atrás, y la razón del hallazgo de tal archivo a más de mil kilómetros del lugar de los hechos. Etc, etc, etc…..

Exército Republicano Galego

Bien es cierto que muchas veces no es necesario recurrir a la arquitectura de dislates tan alambicados como el del ejemplo anterior (aunque con ciertas trazas de veracidad, si nos atenemos a esta foto con la que nos topamos navegando por las hemerotecas digitales). La vida real nos ofrece historias verídicas igual de truculentas y fascinantes. La Bojiganga ha encontrado algunas de ellas en su recorrido por los escenarios de la Castilla central, y aquí comparten con nosotros la siguiente narración.

Foto de Familia : En los Umbrales de una España Macabra

Durante la gira veraniega de 2011, recalamos en la localidad segoviana de Palazuelos de Eresma, para tocar en el jardín de una residencia de ancianos, próxima a una destilería. Durante el concierto, observamos como en la primera fila se sentaba un viejecito muy vivaracho y arrugado, que no cesaba de sonreír y de balancear su cabeza al ritmo de nuestras canciones. Ya anocheciendo, con el equipo de música recogido y mientras saboreábamos unas maltas, se nos acercó el simpático abuelo y del bolsillo de su raída americana extrajo un sobre tan arrugado como su frente y que contenía una curiosa colección de fotos antiguas. Nos contó que su nombre era José Agramunt Bofarull, nacido en Hospitalet en 1919 y que desde muy joven había acompañado a su padre para aprender el oficio de viajante de tejidos de una importante firma de Sabadell, hoy ya desaparecida. En sus andanzas por la España de los años 20, 30 y 40, padre e hijo habían ido retratando con su cámara de fotos pintorescas escenas de los lugares y lugareños que se iban encontrando.

De entre todas ellas, esta que os mostramos es la que más nos llamó la atención. Pasamos a referir lo que pudimos entender del relato del locuaz abuelo. Al parecer la foto fue tomada alrededor de 1930 frente a la casa de una apartada finca en un lugar impreciso entre las provincias de León, Zamora y Palencia. Se trataba de una familia con la que don José Agramunt y su padre intimaron tras sus frecuentes visitas de paso hacia Galicia y Asturias, y a la que le vendían telas, encajes y fajas para abastecer un comercio de coloniales del que eran propietarios. La memoria de este venerable anciano era de admirar, ya que nos pudo dar detalles muy precisos sobre el origen y vicisitudes de cada uno de los miembros de esta familia conocidos como ‘Los Salazares’.

Familia Salazar, 1930

Sentada con una gallina en su regazo y blandiendo un cuchillo nos escudriña Isolina Vila Salazar, veintialgunos años, nacida en Moreiras de Abaixo (Ribas de Sil, Lugo), sobrina acogida por la parte castellana de su familia tras la emigración de sus padres a la Argentina en busca de trabajo. Los Salazares la empleaban en la cocina y el huerto. A la izquierda, de pie y sosteniendo una hoz vemos al hermano mayor de los Salazares, Marcial, que con sudor se encarga de la labranza de las tierras heredadas de la familia, y que como soldado en la Guerra del Rif había sufrido varias heridas de metralla en la musculatura del cuello y el rostro, que acentuaban su rictus ya de por si tenso y agrio. Pálida, afligida, embarazada y con su primer niño en brazos nos mira Constantina, nacida en Benahadux (Almería), que había enviudado del varón mediano de los Salazares, Modesto, operario de los ferrocarriles y que falleció arrollado por el expreso Madrid-Albacete unos meses antes de tomarse esta foto. Con sombrero de ala ancha y pañuelo en la mano, la siniestra y desafiante figura de Camilo Venancio Campos se alza en el centro de la escena. Camilo había casado con la primogénita de los Salazares, Soledad, hospitalizada en Salamanca por aquellas fechas, y que murió semanas después supuestamente de tuberculosis. Se rumoreaba que realmente habría sido envenenada por su marido, quien ahora se consideraba con derecho a la mejor parte de la herencia de los Salazares. Con pelo negro azabache, gesto desconfiado, sosteniendo el uso de hilar y la madeja de lino se distingue Águeda Jimena Ruiz Carvajal, la esposa de Marcial y la encargada de regir el caserón familiar y el comercio que los Salazares poseían en el pueblo. Boina amplia ladeada, mirada decidida, chaleco de cuero sin mangas y sentado azada en mano nos observa un robusto aunque adolescente Ignacio Arriztelaga Salazar, hijo de la hermana pequeña de los Salazares, casada con un arriero de la villa vitoriana hoy conocida como Larrazubi. Al igual que su prima Isolina, Ignacio ayudaba a su tío Marcial en las faenas del campo mientras se mantenía alejado de la Guardia Civil que lo buscaba por Bilbao, Madrid y Barcelona por su relación con círculos anarquistas de la época. Sentado junto a Marcial, con gorra de visera y la mirada perdida en el brumoso horizonte de su trastorno mental congénito, completa el cuadro el hermano menor de los Salazares, Máximo.

El amargo porvenir de todos los que posan para esta foto es el paradigma de la España sangrienta que ya entonces se barrunta. La codicia y las exigencias cada vez más despóticas de Camilo Venancio, irán haciendo insoportable la convivencia familiar. Marcial se enfrentará de forma cada vez más violenta a su cuñado, hasta que una noche del verano del 35, propinará a Camilo un navajazo en el hombro, durante una acalorada discusión acerca de los derechos de propiedad de uno de los viñedos de la herencia familiar. A partir de ese incidente, solo cabe aguardar a que el viento del destino empuje las vidas de Los Salazares hacia el naufragio. Sin fundamento alguno, Camilo señalará a Marcial como miembro del Partido Comunista ante ciertos grupos falangistas que frecuenta en Valladolid, aprovechando sus visitas esporádicas a una acreditada casa de lenocinio. En los albores de la guerra civil se desatará la tragedia. Marcial Salazar se verá arrastrado fuera de su casa a punta de pistola durante la noche, para ser brutalmente ejecutado a las afueras del pueblo junto con otros vecinos también acusados de antipatriotas. Águeda enloquecerá de dolor y odio ante tan espantoso crimen, e implorará a su sobrino Ignacio para que la ayude a vengar la muerte de su marido. Ignacio, que desde niño rinde incondicional veneración por sus tíos (sobre todo por Águeda), dará muerte a Camilo asestándole un golpe en la cabeza. Atará luego un yunque al cadáver y lo arrojará a las turbias aguas de una presa cercana. Seguidamente escapará en dirección a Vigo para embarcar hacia Nueva York. Aquí se perderá su pista. Isolina se unirá a Ignacio en su huida hacia el noroeste, y tomará un vapor rumbo al Brasil para ir al encuentro de su novio natural de Gondarém.

Águeda, Constantina y Máximo quedarán solos al frente del comercio y las tierras. Años más tarde Águeda contraerá segundas nupcias con Eugenio Capdegos i Bofarull (tío del arrugadísimo anciano que nos contó esta historia), exitoso empresario de embutidos en Arabayona de Mógica, negocio que emprende con el dinero ganado en el Madrid de los 40 con el estraperlo. Constantina con sus dos hijos pequeños volverá a la casa de sus padres en Almería. Máximo quedará bajo la tutela de las monjas del monasterio de las Agustinas Contemplativas en Medina del Campo. Allí hará labores de jardinero hasta su muerte accidental en 1956: Caerá desde una larga escalera por la que ha trepado para reparar la talla de un San Roque en la iglesia de Santa María Magdalena de dicho convento.

San Roque, Medina del Campo, Valladolid

La Liturgia y sus Oficiantes

Es probable que La Bojiganga con su farsa abstrusa, predique con magra fortuna en un mundo obnubilado por los universos virtuales, y un mercado saturado de ingenios culturales con efectos anestésicos de amplio espectro. La Bojiganga tan solo apela a la libertad religiosa y la curiosidad de sus posibles feligreses, a los que ofertan un credo de remoto pasado y volátil futuro, pero cargado de valores culturales y espirituales imperecederos.

Las músicas tradicionales que La Bojiganga ejecuta en cada uno de sus oficios la interpretan:

Estrella : Voz, panderos, panderetas, tambor, percusiones

Sonia : Acordeón cromático, panderos

Cristina : Voz, panderos, panderetas, percusiones

Miguel : Zanfona, gaita gallega y sanabresa, panderos, percusiones

Alfredo : Flauta travesera de llaves, saxo soprano, panderos, percusiones

Pio : gaita gallega, percusiones

…. y sin olvidarnos del maestro de ceremonias de La Bojiganga :

Ismael : voz, gaita charra y tambor de Salamanca, tambor de cuerdas del Pirineo, percusiones, fabulaciones y embustes.


Photo Credits: (1)-(2) La Bojiganga; (3) Exército Republicano Galego, (4) Familia Salazar, 1930, (5) San Roque, Medina del Campo, Valladolid (unknown).


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